Nuestra primera visita el Museo Picasso de Málaga (el 20 de junio) ha sido para descubrir no solo al genio malagueño en toda su plenitud, sino también y principalmente para disfrutar de una de las mejores exposiciones de Málaga tras la pandemia. Una visita que concertamos guiada con un mediador del propio museo, a una exposición que abarca los últimos trabajos del artista mallorquín basados sobre todo en cerámicas y acuarelas. Pero antes de subir a las salas nos encontramos una sorpresa en el patio del museo con un «bosque» de cerillas de bronce muy representativas de todo lo que ha estado pasando en los últimos meses (aunque sea una obra anterior).
La visita duro justo una hora, donde descubrimos como Barceló esta transformando la cerámica, modernizándola, al mismo tiempo que la mantiene en sus raíces mas arcaicas. Una transformación que hace en parte el y en parte el horno que utiliza en su taller que fue una antigua fabrica. Un mundo que acerca la naturaleza y lo primitivo y que estuvo muy bien documentada y argumentada por el mediador del museo.
Y si la cerámica nos gustó, la parte de las acuarelas nos entusiasmo. Con cuadernos originales de los que se lleva a sus viajes junto con las obras que ha usado para ilustrar una edición de la «Metamorfosis» de Kafka, el mundo aquí se abre, distorsiona y transforma mas que nunca. las ultimas obras de la exposición, unos oleos donde el mundo literalmente se esta derritiendo es un broche final que a todos nos pareció sublime.
Tras la exposición de Barceló, recorrimos ya sin mediador la exposición permanente actual del museo de titulo «Diálogos con Picasso». Como personas amantes del arte en general y de la obra de Picasso en particular, recorrimos las salas comentando y disfrutando de ideas y visiones diferentes, tantas como amigos formábamos el grupo. Una experiencia la de disfrutar entre amigos de un museo que es la esencia de nuestra asociación. Y si ese museo además es un museo dedicado a Picasso… miel sobre hojuelas.
